jueves, 16 de febrero de 2012

¿Besos fríos como la lluvia?

El clima en la ciudad de Piura es templado. Las estaciones no son muy marcadas, pues es por esa razón que tradicionalmente se decía que en Piura solo habían dos estaciones: La del tren y el verano. Pero ahora ya no hay tren, pero igual se dice que sigue habiendo dos estaciones: nueve meses de verano y tres de infierno. Por algo Piura es la ciudad del eterno calor. Con mayor razón dado el elevado promedio de sus temperaturas entre los meses de diciembre y abril y la corriente marítima del Niño, es que este periodo del año suele ser lluvioso, en algunos años con mayor intensidad que otros, y en otros con presencias de sequías. La conclusión es que en verano llueve y punto.

Por otro lado tenemos la presencia de una anomalía periódica en nuestro clima que se llama: Fenómeno del Niño. Este también se manifiesta cada cierto tiempo con distintas intensidades. Este fenómeno se manifiesta con fuertes lluvias debido las elevadas temperaturas de las aguas marítimas. En la historia del siglo veinte se dio este fenómeno en los años 1925, 1983, 1998. Con intensidades distintas y cuantiosos daños materiales en cada uno. ¡Ni modo! En Piura llueve en los meses de verano, y a veces en gran magnitud.

Lo que no logro entender, por qué la ausencia de una cultura pluvial; la falta de prevención de este fenómeno natural en todas sus escalas. Vamos a dar distintos detalles que determinan la afirmación principal de esta premisa. Lo que uno observa en nuestra ciudad, sobretodo en el centro de la ciudad, es que casi toda la infraestructura arquitectónica no ha sido diseñado para contrarrestar los embates de las lluvias; pues en su mayoría son habitaciones con techo plano, cuando la lógica –y a sabiendas de la periocidad lluviosa en los meses de verano- es tener techo a una, dos o cuatro aguas, de manera que se logre constituir una identidad arquitectónica de la ciudad, y no una ciudad con sobre techos de calaminas o canaletas al momento de evacuar las aguas ocasionan malestar a los transeúntes. Obviamente la estética y la identidad urbana se pierden por completo con estas improvisaciones de bajo costo. Y esto denota la falta de visión estética de nuestras autoridades locales que demuestran su escaso y carente nivel cultural para preservar el ornato de la ciudad. No es agradable para la vista ver techos de edificaciones, que incluso son de propiedad pública, improvisadas con techos de calaminas a un agua; cómo pudo ser posible que con el dinero de los que pagamos impuestos, una infraestructura pública esté mal diseñada.

Ahora si hablamos de la infraestructura vial y de evacuación de aguas pluviales (drenes), ahí sí que morimos de “infarto hepático”. La negligencia de no saber que en Piura llueve en verano, de nuestras autoridades, hace que nuestra ciudad colapse con cualquier lluvia ridícula. Me pregunto, ¿y si hubiese Fenómeno del Niño? ¡Desaparecemos! El aniego que sufre la ciudad con estas lluviecitas no tiene perdón de Dios. Y no solo la ciudad, vemos que muchos centros poblados de nuestra región sufre por falta de trabajos de prevención. Se siguen rompiendo carreteras, las calles, los desagües colapsan. Digo, después del desastre 1998 como que no ha quedado aprendida la lección por parte de las autoridades. ¿Dónde están las obras preventivas? Si mas no recuerdo en el 2007 se aprobó una partida económica para obras de prevención porque de manera muy misteriosa en el 2006 pronosticaron fenómeno del Niño en el 2007. Y la verdad que en el 2007 ni orín de pájaro cayó. Y tampoco se ejecutó ninguna obra; a donde habrá ido a parar todo ese dinero producto de los contribuyentes, o sea, nosotros. Y por eso ahora con cualquier chubasco la ciudad sucumbe en el aniego total, los mismos problemas de siempre, drenes obstruidos por la acumulación de basurales por parte de la misma población, agua empozada, peligro de plagas y epidemias, colapso de los desagües; en buen cristiano la ciudad se vuelve una cochinada total. En otras ciudades del país, específicamente en la sierra, después de la lluvia todo vuelve a su normalidad, como debe ser. Y ello gracias al sistema de evacuación de aguas pluviales. ¿Nadie tiene la capacidad de pensar en eso, acá?

En el 2010 hubo un cambio en el sistema de alcantarillado en toda la ciudad para poner en marcha el Proyecto Especial de Aguas Superficiales (PEAS) o PAS como lo llaman, seguro que por algún motivo que prefieren ocultar dejó de ser especial. Al acabar las instalaciones, parece que el parchado de las pistas no fue bien hecho. Prueba de ello es que después de la lluvia se sigue empozando el agua en las esquinas de la calle Cuzco con la avenida Sánchez Cerro, y de la calle Arequipa con Sánchez Cerro, las lagunas más clásicas de las lluvias piuranas. Y además ahora se empoza en la esquina de la calle Junín con la avenida Sánchez Cerro, en la misma avenida Sánchez Cerro a la altura de los antiguos terminales interprovinciales, la avenida Sullana donde en 1998 el agua evacuaba hacia el dren Grau y ahora se empoza, el cruce de las avenidas Casuarinas con Tallanes; y quien haya tenido la oportunidad de darse la vuelta por todo Piura habrá descubierto muchas más, aparte de las clásicas, como la urbanización El Chilcal, la avenida Cáceres a la altura de la urbanización Ignacio Merino, etc. Todas las nuevas pistas están mal hechas, además de la inexistencia del sistema de drenaje. ¿Nadie va a fiscalizar estas obras? ¿O tenemos que esperar otro fenómeno del Niño para recién buscar culpables? ¿Acaso esto no es una negligencia? Y es el mismo problema de todos los años, no es nada nuevo.

No es que uno escriba y que la opinión tenga un sabor acusador, porque no se trata de armar un expediente técnico donde se compruebe fehacientemente el porqué del aniego de la ciudad por cada lluviecita. Tan solo basta con tener los ojos bien abiertos y ver la triste realidad producto de la negligencia de nuestras autoridades. ¿Sí o no? Yo ya no quiero caminar media cuadra más para cruzar la acera, porque en la esquina tengo un océano.

viernes, 13 de enero de 2012

¿Justicia?

A estas alturas de la existencia peruana, es inconcebible ver la debacle del sistema judicial de nuestra patria. A pesar de todos los avances en derecho y leyes que protegen, valga la redundancia, los Derechos Humanos que ha evolucionado en el mundo entero, acá parece que mas bien involuciona. Existe cada caso, que obliga al común de los peruanos a no creer en el Poder Judicial, y vivir como verdaderos huérfanos de la justicia.

Las sentencias, las absoluciones, los casos archivados, los indultos, los beneficios penitenciarios y los códigos que avalan los delitos son las principales causas del deterioro social en que se vive, y por consiguiente la ingobernabilidad del Estado, la ausencia de autoridad. Será que somos tan antagónicos que pasamos de regímenes autoritarios a democracias debilitadas por la falta de autoridad, es decir, de un extremo nos pasamos al otro. No se logra situar dentro de un punto gris, ámbar que evite situarnos en los enfermizos extremos. Y las causas derivan de varios ángulos dentro de este círculo que representa a los Poderes del Estado. Las graves deficiencias del Legislativo y del Judicial concluyen en un Poder Ejecutivo que nada en una balsa de goma que se desinfla en el mar lleno de tiburones, cocodrilos, feroces felinos, víboras, serpientes y dinosaurios. Y lo peor de todo que el capitán de esta naufragante balsa de goma no sabe nadar y se reúsa siempre a usar chaleco salvavidas, a pesar que cada cinco años cambian de capitán, pero la situación siempre es la misma. Pues así como se pinta, es difícil tomar la batuta que sea capaz de dirigir esta orquesta.

Es que esta gran orquesta sinfónica tiene músicos de bandas, y la música clásica requiere de orquestas con músicos capacitados y exquisitos para entonar las difíciles obras de los grandes maestros de la música clásica, no cualquiera entra con cajón y cucharas a tocar el “La Misa en Si Menor” de Bach. Y como reza el viejo dicho: “zapatero a su zapato.” Pues dentro del mundo idealista y utópico solucionar esto bastaría con ordenar las piezas en su debida posición y con su función respectiva, como en el ajedrez.

En palabras crudas, nuestra justicia no tiene fondo para seguir cayendo y las leyes no logran respaldar a este sistema que viene pudriendo al gobierno. Esta olla de grillos que encierra inocentes y libera culpables sentenciados. Y no es culpa de la actual gestión, es una bola de nieve incrustada en el talón de los peruanos como grillete que día a día se agiganta a velocidades astrales y que terminará consumándonos como cualquier alud que arrasa a cuanto poblado se le cruza por el destino.

Es difícil hacer reflexión con casos tan dispares y distintos, pero que hacen gala de la gran injusticia en la que vivimos; la que encierra a quien en defensa propia de un hecho flagrante de delito, evitó ser víctima de unos ladrones; la que libera a quien fue partícipe de agrupaciones terroristas.

Es que en la época del presidente Toledo el Estado sucumbe ante la presión de organismos que defienden los Derechos Humanos por el caso específico de Lori Berenson alegando falta de garantías en el momento que se le sentenció. Esta cedida de brazo, por no decir metida de pata, del gobierno de aquel entonces, ocasionó que se revisaran las sentencias de todos los reos por delitos de terrorismo. A Lori Berenson se le hizo un nuevo juicio, se le adjudico una nueva sentencia, menor a la anterior, y ahora salió de prisión y se fue del país. Todo esto gracias a la presión que ejercieron los organismos defensores de los Derechos Humanos sobre el gobierno de turno. Yo me pregunto, y quién defiende los Derechos de todas las víctimas del terrorismo, quien cura el TRAUMA de los que vivieron en carne propia toda esta barbarie. ¿Quién?

Para entender el TRAUMA daré un ejemplo particular cuando cursaba mis primeros ciclos en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Piura. Era de noche y de pronto hubo un corte de energía eléctrica, y el salón se convirtió en un festín de bromas y chacota. Al restablecerse la electricidad, el profesor nos comentó que a él no le causaba gracia el apagón, dado que en épocas de terrorismo, cuando él era estudiante, cada corte de energía eléctrica uno no sabía que iba a pasar, o que hacer, si tirarse al suelo o correr. ¿Quién cura ese TRAUMA? La UNP fue escenario de dos crueles asesinatos perpetrados por presuntos terroristas a dos docentes. Y eso que Piura era zona naranja tirando para amarillo en cuanto a los estados de emergencia que el Estado declaraba en cuanto conflicto terrorista existía en esas épocas. ¿Cómo es entonces el trauma que aun viven los campesinos de la sierra central, donde la cosa estaba al rojo vivo? ¿Eso no lo defienden los organismos Pro Derechos Humanos? Lo único que no me cuesta imaginara es cómo habrá quedado el orto del gobierno después del dedito que les metieron todas estas ONG que disquen defender los derechos humanos. Por casualidad no hay una ONG que se pronuncie a favor de las víctimas del terrorismo, ya que hay una terrorista impune caminado en Estados Unidos.

Lo más grave de esto es que ahora existe un movimiento llamado Movadef, que desde estos días ya está en proceso de inscripción de lista política para los procesos electorales futuros, y que pretende borrar de la memoria de los peruanos, que desde ya es muy frágil, todos los actos delictivos realizados por los terroristas, pretenden llegar al poder por vías democráticas y liberar a cuanto terrorista les plazca. Todo lo que ha ocasionado esa metidita de dedo. Creo que lo responsables de esta torcedura de brazo deben quedar impedidos de por vida ocupar cualquier función pública, porque pedir justicia es deshacer toda esta crítica a la administración judicial que llevo escribiendo; aunque en el fondo es lo justo.

El Perú urge de reforma en sistema educativo, legislativo y en la administración de justicia; esos son los puntos neurálgicos si es que se pretende aplicar políticas inclusivas, de lo contrario todo será populismo, demagogia y más caos social. Y de un gobierno que lleve los pantalones bien puestos, para que ningún ente ajeno al gobierno (ONG) trate de bajárselos.

viernes, 12 de agosto de 2011

Quince días

Han pasado quince días de la asunción del cargo de Presidente de la Republica del Perú el señor Ollanta Humala, y aun se respira aire de incertidumbre en el país, quizá no tan densamente como antes del 28 de julio, pero creo que aun hay unas que otras dudas que no han sido disipadas de manera correcta y/u oportuna.

El discurso del 28 de julio y en sí la ceremonia de cambio de mando, fue muy atropellada. Muy vergonzosa. Otra vez nuestros políticos muestran al mundo su enorme carencia de nivel cultural para la investidura que representan, no sé si son parlamentarios o miembros de alguna barra brava. Y según lo visto ante la vista y paciencia de muchos, parecen cómicos de poca monta, no todos, pero sí en su mayoría. En el ring de box estaban en una esquina los que no saben ganar, y en la otra los que no saben perder; y es así como se está bipolarizando el parlamento en el primer round. Ojalá en el futuro haya el momento justo, oportuno y cercano de saber cómo será el final de esta mermelada.

Para empezar el juramento del Presidente Humala lo califico de inoportuno, como de la misma manera califico el juramento de muchos congresistas que hacen del protocolo una absurda alusión de toda la parafernalia de seres e instituciones que no vienen al caso. Cuando se realiza un juramento, se jura por aquellos preceptos por los cuales son invocados mediante el mismo protocolo, es decir, se jura por Dios y por la Patria. En resumen se invoca el juramento ante un precepto Divino, que valga la aclaración respetando siempre el orden del credo y la religión; y se invoca a la Patria. Y quiero explayarme en relación a la palabra Patria, porque un juramento a la Patria es reivindicar el deber y el compromiso con todos los seres humanos que habitan dentro de este territorio, y más aun por aquellos quienes depositaron el voto y la fe para asumir el gobierno de nuestra nación. Es condición necesaria y suficiente regirse ante el Orden Divino y la Patria, no es necesario hacer mención de personajes, lugares, instituciones, creo que la Patria resume y asume todo. Pero en un país de muy bajo nivel educativo, y por ende cultural, es difícil que los representantes políticos tengan suficiente capacidad intelectual y académica para entenderlo, y como justos pagamos por pecadores, pues este pueblo elige las autoridades que se merece. La verdad que la actitud mostrada por señor Humala el pasado 28, es muy criticable, no estuvo a la altura de un dignatario, pareciera que aun no se da cuenta que es presidente y sigue actuando como candidato; espero equivocarme, pero hacer alusión del Constitución Política del año 1979 fue un acto para provocar a un sector de la oposición, y si no fue un acto premeditado, hubiese sido de líderes e inteligentes evitar dicha mención para no provocar las reacciones que se suscitaron, porque aquello puso en tela de juicio la honra de los políticos a nuestro Perú y la bajeza cultural de muchos de los representantes.

El discurso presidencial no llega a ser del todo satisfactorio, al menos para mí. Creo que un discurso presidencial debe traducirse en cifras, dar a conocer cómo están los números actuales para fijar metas plausibles a fin de un periodo. En cristiano significa que se debió dar a conocer el PBI, las políticas monetarias, la tasa de inflación, el índice de pobreza, el nivel de educación, la balanza comercial, el déficit o superávit fiscal, el nivel de las recaudaciones tributarias, deuda externa, riesgo país, índices de criminalidad, y muchos indicadores de índole socioeconómico que hereda de su antecesor gobierno y a partir de ello fijar la visión de su gobierno en los próximos 5 años traducido en el mismo lenguaje, es decir, PBI, índice de pobreza, nivel de educación, etc. De eso se trata un discurso presidencial, creo que por respeto a todos los peruanos eso es lo que debemos esperar, un discurso que genere expectativas. El mensaje presidencial del señor Humala no fue mas que un mitin de campaña –como que se reitera la idea de que Ollanta no se da cuenta que ya no es candidato, sino el actual presidente- donde habló de los programas sociales, que en el papel son buenos, y cuando los escuché en el primer debate presidencial en primera vuelta me dejó la sensación de que en son muy buenos programas; pero en ningún momento dice cómo van a funcionar, si el estado cuenta con suficientes recursos para financiar dichos programas, habrá alguna reforma en el Presupuesto General de la República –que ningún candidato hizo mención de ello y en verdad debe haber una reforma en este rubro-, quien va a financiar los programas sociales, no se menciono nada. El colofón del mensaje en vez de generar expectativas, creó dudas.

Han pasado quince días, y vemos un presidente que prefirió alejarse de los medios de comunicación, cuando ha debido a despejar muchas dudas, no solamente las del mensaje presidencial, sino de algunos sucesos y acontecimientos de orden político que han generado muchos cuestionamientos mediáticos en los últimos días, como algunos nombramientos que han generado reacciones de diversos sectores, por mencionar. El 29 de julio el precio del gas no bajó a S/. 12.00 y lo que se ha dicho en estos últimos días es de una posible reducción de la condena de su hermano Antauro, preso por asesinar a cuatro policías. Otro presidente más que engañó vilmente a la población para ganar las elecciones, burlándose de los más pobres, a quienes les prometió mejorar su condición socioeconómica; otro presidente mas que se hace la vista gorda ante más de un escándalo que involucra a su familia y al gobierno. ¡Hasta cuando! Estos no deben ser la clase de autoridades que merecen tener todos los peruanos. Espero que el tiempo me obligue a tragarme estos últimos comentarios, pero esa es la sensación que me deja el gobierno en estos últimos quince días.

jueves, 14 de julio de 2011

Reflexiones Finales

Estamos a menos de 15 días de afrontar un nuevo rumbo en la historia nuestro Perú, han pasado más de un mes que se celebró los últimos comicios electorales y sobre el tapete han quedado pendientes muchas cosas por ordenar o reordenar. Si la voluntad me ordena a tomar cartas sobre el asunto, esta publicación dejaría de ser un simple post y terminaría siendo un ensayo; pero la razón me aconseja que solo aborde unos cuantos detalles para seguir teniendo más razones a futuro para seguir alimentando este blog.

En estos últimos meses tres palabras quedaron flotando en mi mente rodeadas de signos de interrogación, palabras las cuales plantearé mi humilde punto de vista y ustedes sacaran sabias conclusiones.

Empezaremos con la “Tolerancia”. Sí, somos un país lleno de intolerantes. La campaña mediática de las últimas elecciones dejó bien en claro que tan intolerantes somos. Si uno opinaba a favor de un candidato le caían piedras y escupitajos, y si se pronunciaba a favor del otro también le caían piedras y escupitajos; imagínense si se manifestaban en contra de uno de ellos. Somos un país con diversidades geográficas, antropológicas, sociales, económicas, culturales, raciales, corrientes intelectuales, religiosas, idiomáticas, hasta nuestra forma de hablar es diversa; o acaso alguien sabe, ¿Cuál es el dejo oficial del peruano? Somos por naturaleza diversos. Y a pesar de ello, no podemos tolerar al que piensa distinto de nosotros, al que viste distinto, el que habla diferente, al que vive en lugar distinto al nuestro, etc. Se puede concluir que somos un país sin identidad. Porque parte de nuestra identidad como peruanos es aceptar y valorar nuestra diversidad, no marginándola. Y a partir de esto saber convivir con ello. Uno de los temas de debate que marcaron hito en estas campañas electorales fue la inclusión, es decir trabajar proyectos con mayor participación de la población, que todos los peruanos seamos parte del crecimiento económico. Pero si desde ahora no somos capaces de sabernos tolerar, muy difícil será en el futuro que una política social inclusiva tenga éxito. A modo que acortemos nuestras diferencias, seremos un país más tolerante, y consecuentemente podremos desaparecer de la memoria esa triste frase que dice: “El peor enemigo del peruano, es otro peruano”. Es una frase triste, pero cierto y quizá por ello no tan célebre.

Convicción es otra palabra que esquiva los signos de interrogación en mi memoria. Según la Real Academia Española, convicción es Idea religiosa, ética o política a la que se está fuertemente adherido. El concepto es tan claro como cristalino. Quizá para mí y algún otro atrevido que comparta la misma idea, en mente de nuestros políticos no existe este vocablo. Me remito a los hechos concretos, el señor Toledo fustigó a su adversario Humala en el último debate, sin embargo para la segunda vuelta apoyó su campaña, me pregunto ¿Dónde está la convicción del Sr. Toledo? Por su parte el presidente electo Humala utilizó tres o cuatro planes de gobiernos para ganar las elecciones, contradiciéndose entre ellos, “ofreciendo” al pueblo cosas diferentes en cada plan, entonces a quién quiso engañar el señor Humala, a los que creyeron en él en primera vuelta o a los que tuvieron que votar por él en segunda. ¿Y el pueblo peruano, qué? Su voto en segunda vuelta fue una clara muestra de rechazo al contrincante, los que votaron por Fujimori fue porque no quieren a Humala y viceversa; a las finales fue un triunfo del anti fujimorismo más que un triunfo de Humala. Lo lógico sería haber votado por aquel que presentara mejor plan de trabajo, es decir, haciendo uso de la conciencia y la razón; no por quien no me gusta que es hacer caso a los estados emocionales de la sinrazón de los votantes y la pasión. ¿Dónde está la convicción? Aunque en un país con bajo desarrollo educativo y cultural seria pedirle peras al olmo para que los peruanos tengamos convicción.

También está la palabra cultura. Sí señores la gran ausente de las campañas electorales y la novia olvidada del estado. Las diversas manifestaciones culturales del Perú siguen quedando relegadas. Ningún candidato a la Presidencia de la República dio manifiesto a favor de la cultura, nadie dijo como reforzar las escuelas de bellas artes, o generar un ley en favor de la creación universidades y/o escuelas superiores descentralizadas dedicadas al estudio y promoción de las artes plásticas, escénicas, audiovisuales, etc.; más aun cuando el mercado laboral presenta una sobreoferta profesional, nadie se acordó que las manifestaciones culturales pueden ser una solución alternativa que alivie la sobreoferta de mano de obra en el país, y que en el Perú se pueda vivir de la cultura. Nadie habló absolutamente nada sobre elaborar o mejorar el proyecto de ley de mecenazgo donde las grandes empresas puedan canalizar el Impuesto a la Renta en pro del arte y la cultura. Un país sin cultura es un país sin identidad, y no podemos dejarnos sosegar por un Estado que solo nos limita a valorar el legado histórico de nuestros antepasados como valor cultural, cuando Machu Picchu tan solo es la punta del iceberg en cuanto a cultura se refiere en nuestro país. El presupuesto en cultura que el Estado destina tan solo sirve para sostener la burocracia que involucra los distintos organismos públicos que promueven las distintas manifestaciones artísticas y culturales, y nadie planteó soluciones viables para revertir esta triste realidad.

La siguiente no es una palabra, es un bonus track. Son dos vocablos que conforman una frase que representan un estrato social: Clase Media. Todos los candidatos han presentados un sin número de mecanismos y programas para que el sistema económico sea más inclusivo y aliviar la extrema pobreza que hay en el Perú; las intensiones son muy viables, loables y necesarias. Pero qué hay de la clase media. Los políticos mucho ocupan sus palabras en hacer del Perú el destino de las grandes inversiones y de los programas sociales que alivien la extrema indigencia. Como siempre bipolares, los de la clase alta y los de la clase baja. ¿Y la clase media? ¿Qué? La inmensa mayoría. Qué hay para el que hace 20 años inicio con un restaurante de paredes de esteras, y que hoy ha logrado escalar con mucho esfuerzo y sacrificio un importante hito en el ámbito gastronómico del país y ahora tiene un local construido de material noble. Y como estos muchísimos peruanos que con mucho esfuerzo y sacrificio han podido salir adelante en los diversos sectores productivos de nuestra economía, y que el estado siempre los hostiga con políticas tributarias que se traducen en un aumento de la carga tributaria. El 90% del conglomerado empresarial de nuestro país está compuesto por Pymes, y de este 90% la inmensa mayoría son empresas informales. No está de más decir que la clase media se ubica dentro de este 90% como propietarios de pequeños negocios. De todos los candidatos tan solo uno con nombre y apellido –Pedro Pablo Kuczynski- que habló en su plan de trabajo de reducir esta carga tributaria en pro de la formalización de las Pymes. La ecuación es tan simple como que dos más dos es cuatro. Una menor carga tributaria promocionará consigo que todas las Pymes se formalicen, a mayor número de empresas formalizadas, mayor será la recaudación tributaria y los trabajadores podrán gozar de mayores y mejores beneficios sociales. Una política empresarial que beneficia a muchos peruanos, en particular a la inmensa clase media, y que en el largo plazo también permitirá ofrecer mejores condiciones de vida a las clases sociales marginales.

De hecho que los últimos comicios electorales han dejado muchísimas lecciones que cada uno habrá ido rescatando, pero ojalá que estas lecciones sirvan para que en las próximas elecciones se defienda el voto a conciencia, que haya más tolerancia en todos los medios, que los políticos se aferren a sus convicciones -qué utópico- y no tengamos que llegar a luchar en escenarios que atenten contra la democracia y el orden público. Para terminar un mensaje final para las próximas elecciones –esperemos que sean en los próximos cinco años- velemos y salvaguardemos el orden económico, que a nuestro país le ha costado muchos años encontrar una estabilidad monetaria, financiera y fiscal, porque a partir de este orden económico podremos construir un orden social, que a su vez garantizará la libertad que es la fuerza que constituye nuestra democracia; y que no sea prioritario la libertad por encima del orden económico. Yo les digo que de la libertad de opinión solo comen unos pocos, pero del orden económico come todo el país. Que Dios nos bendiga.

sábado, 14 de mayo de 2011

Incoherencias

Estamos a menos de 25 días de definir el rumbo político de nuestro país, y el escenario es tan tenso como vivir entre Israel y Palestina. Si uno analiza detalladamente, cada día los disparates están a la orden y aparecen como pan en la mesa de desayuno. Desde lejos uno puede apreciar que somos unos verdaderos apasionados de la democracia, pero dentro de este embrollo parece que solo es un circo de a medio peso.

Y esto puede tener muchas aristas. Tantas que no podría acabar de escribir, porque de seguro que conforme avance con este artículo podre ir dilucidando un nuevo ángulo, un nuevo vértice. Pero hay unas que deben ser mencionadas para tener en cuenta en que juego se halla nuestra democracia. Y respecto a la coyuntura podemos plantear las imperfecciones del sistema electoral, los ‘tole-tole’ de nuestros candidatos, y las diatribas de los que defienden la democracia.

Uno de los principales cuestionamientos que me dejan estas últimas elecciones es: ¿el sistema promueve una democracia verdaderamente representativa? Para citar un hecho concreto, el podio de las elecciones de congresistas en la región Piura estaría conformado en primer lugar por los que viciaron su voto y los que votaron en blanco (llamémosle a este grupo los ‘ámbar’). Si señores, en el conteo total de los votos emitidos los ‘ámbar’ ocupan el primer lugar con un 28,62% seguidos por el partido político que coloco mas candidatos con 20,27% (ver resultados en ONPE), lo que es válido decir que la mayoría del pueblo desconoce y/o no confía en ninguno de los 70 candaditos que postularon; y por lo tanto este grupo ‘ámbar’, que son la mayoría, pueden no estar satisfechos con la representatividad de sus candidatos o dicho de otra manera los candidatos elegidos no necesariamente representan a la voluntad de la mayoría. En el plano presidencial el ámbar se ubican en la quinta casilla por debajo del ex presidente Toledo, pero no son tomados en cuenta porque a las finales los resultados oficiales se rigen según los votos validos, es decir excluyendo a los ‘ámbar’, entonces la opinión y decisión de este grupo respetable de ciudadanos no cuenta. Y yo que juraba que éramos una democracia participativa. Entonces los partidarios de los que quedaron en los dos primeros lugares no firmen que ya no hay posibilidad de que se anulen las elecciones, porque ellos creen que los votos de Humala mas los votos de Fujimori suman 54% (votos válidos) y que por lo tanto descartan toda posibilidad de que se logren los 2/3 de votos ‘ámbar’. Yo les dejo una duda, el total de votos emitidos entre Humala y Fujimori apenas bordean el 48%, lo cual sería descabellado descartar una anulación de elecciones. Y en una nueva elección todo empieza de cero. Pero no voy hacer apología ni proselitismo del voto ‘ámbar’. Y retomando la representatividad y participación de la democracia, y entre tantas incoherencias y contradicciones, creo que el sistema electoral debe determinar mecanismos necesarios para que en realidad los procesos electorales demuestren y convaliden que sí son el verdadero clamor de la voluntad del pueblo.

Cambiando de tema, tenemos el festín de los candidatos. Y cada día que pasa reafirmo cada vez más mi idea al principio de esta segunda vuelta: Es el peor de los escenarios. Incluso peor que el año 2006. Por un lado tenemos un candidato con educación castrense que a mi parecer quiere llevar su gobierno a voz de general, es decir, imponer su voz sin importar lo que opinemos los demás -en dialecto peruano se le dice autócrata o dictador-. Por otro lado tenemos una candidata que lleva a sus hombros la cruz de su apellido paterno, otro dictador, que también incluye su sinónimo de autócrata. Y la pregunta del millón de dólares: ¿Por quién votar? Las opiniones vertidas al respectos son tan variadas como la diversidad paisajística de nuestra patria: desiertos, selva, montañas, volcanes, playas exóticas, islas guaneras (por no decir islas de mierda o islas con mierda), etc. Pues así tenemos opiniones acertadas, desacertadas, espeluznantes, satíricas, satánicas, hepáticas, rencorosas, odiosas, y para que exista un elemento en común con el conjunto paisajístico anteriormente mencionado, y con cariño para los aritméticos, con mucha mierda. Que la verdad solo hace que los votantes nos quedemos en la calle sin saber por quien elegir, si por Humala, si por Fujimori, si por el blanco, si por el nulo. Peor aun si estos candidatos no dejan las cosas bien en clara, es decir, lo lógico y fundamental en esta segunda vuelta seria convencer el 42% (un aproximado según la votación válida) de los electores para encontrar el punto de inflexión a su favor, y no confundirlos. El señor Humala se ha dedicado a diseñar planes de gobierno para cada grupo de interés de nuestro país; tiene uno en el JNE, una Hoja de Ruta, solo le falta el mapa para hallar el tesoro. Se rodea de ‘rojos’ pero habla como si fuera un ‘sky blue’, y yo no sé si es la caperucita o es el lobo. De Fujimori, ni hablar. En los debates hizo gala de una pirotecnia a lo concierto de Kiss y año nuevo Chino con el gobierno de su padre, y después sale a pedir perdón por los delitos la cual su padre cumple condena hoy; después salir declarando que su padre no fue dictador sino autócrata, es como que me digan que yo no soy gordo, sino obeso. ¡Por favor! Eso no se asemeja cuando su papá dijo en plena campaña por segunda vuelta en 1990 que su gobierno no iba a ejercer política económica de shock y lo terminó haciendo con muertos y heridos. ¡Ya pues señores! O son claros o son oscuros, o son rojos o son azules, si son lobos o caperucita, defínanse, porque en la política los peruanos no merecemos candidatos de medias tintas, necesitamos candidatos firmes con sus convicciones y coherentes en su prédica. Aunque suene utópico, pero ese debe ser el perfil de un verdadero líder. Así de confusa como está la situación, es más factible que un iletrado aprenda hablar, leer y escribir chino, árabe, hebreo, arameo y sanscrito, que entender a Ollanta, Keiko y la opinión especializada (prensa).

¿Prensa? Se supone que este sector debe ser el que calme las aguas de este rio revuelto. Veo mucho sector de la prensa que se manifiestan como defensores de la democracia. Pero, ¿Qué clase de democracia vivimos en el Perú? Según lo argumentado en anteriores artículos, no está muy bien definida la democracia en el Perú. Pero para definir esta palabra quizá requiera de otro artículo y otra oportunidad. Este sector que defiende la democracia está totalmente en contra de la candidata Keiko Fujimori, como mencioné ella carga la cruz del apellido de su padre, y esto abarca su dictadura, la violación de la libertad de prensa, crímenes de lesa humanidad, y muchas cosas más. Digamos que este sector no votará por Fujimori porque encuentran una relación parental directa muy oscura. Muchos de este sector incluso piensan votar por Humala, argumentando muchos de ellos el beneficio de la duda. ¿? Voy a arriesgarme hacer un voto de coherencia, con este sector que vincula a Keiko con los hechos nefastos de un pariente directo para quitarle el voto y dárselo a Humala. Y en ese rompecabezas, ¿Dónde encaja Antauro Humala? Porque si yo juzgo a un candidato en relación a las desgracias de algún pariente, entonces la prensa debe ser con mayor razón objetiva e imparcial con el otro candidato cuyo hermano también atentó contra la democracia y cometió crímenes de lesa humanidad. O sea ambos candidatos tienen parientes encarcelados por causas muy similares. Y las tendencias, a mi gusto, de Humala tampoco son demócratas, entonces ¿Qué clase de democracia defiende la prensa? ¿La que les garantice la libertad de prensa? Yo respeto la libertad de prensa, pero mi impresión es que este sector relaciona mucho democracia y libertad de prensa. ¿Por qué? ¿A caso temen por sus puestos laborales? Verdaderamente que mezquindad. Que diría de la democracia y la libertad aquel peruano que se despierta a las cinco de la mañana con lampa al hombro sale a labrar la tierra. O qué pensaría el peruano clase media que tras veinte años de crecimiento económico ha sabido surgir y con mucho sacrificio escribe un sitial en la sociedad; esta clase media trabajadora y pujante que es el resultado del modelo económico que nos ha llevado a estar donde ahora estamos. Así es, estas microeconomías como las de Comas, Los Olivos, esta masa popular que en muchas provincias también ha venido surgiendo (los reyes de la papa, del camote, etc.) Soy un partidario de la democracia y la libertad de opiniones, pero pienso que la critica a estos dos candidatos debe ir más allá de ello -porque ninguno garantiza vivir en democracia- y poner en tela de juicio la salvaguarda del modelo económico. Sé que el modelo liberal o capitalista, como guste llamarlo, no ha llegado a todos los sectores de la sociedad, pero es porque el modelo no es una beneficencia, y es el gobierno que tiene la obligación constitucional y moral de ejercer programas sociales que ayuden a minimizar las desigualdades en la sociedad. Y es eso lo que debemos hacer, bajo este criterio saber criticar a los candidatos y ejercer nuestra elección a conciencia.