Este sábado salió la noticia en que el Gobierno publicaba una ley donde prohibía a los colegios a obligar a los padres de familia compra de textos educativos. Lo que a primera vista parece una buena medida de parte del Estado, de un Gobierno que pugna por marcar un hito histórico, por hacer las cosas bien y ser el mejor gobierno de la historia republicana. Eso es un esfuerzo muy loable. Pero, ¿Cuál es el verdadero trasfondo de todo esto?
Existen diversos estudios realizados en el Perú acerca de los avances del nivel educativo y la verdad que en casi un consenso indica que la educación en el Perú es una carreta con llantas cuadradas. En buen cristiano, que sus resultados no cubren expectativas de desarrollo humano, ni mucho menos social, y a mi parecer representa un tumor gravísimo en el desarrollo económico de los últimos 20 años. A nivel latino americano el Perú ocupa las últimas plazas con respecto a comprensión de lectura y razonamiento matemático. Eso quiere decir que en los últimos 50 años ningún gobierno ha diseñado una política con respecto al producto final de la educación: el capital humano. Nadie se ha preocupado, en las andas de este mundo globalizado, que la principal ventaja competitiva de un país yace en su propio capital humano. Cómo cree usted que salieron de sus propias cenizas y escombros países como Japón, Alemania, invirtiendo en capital humano, es decir, con reformas educativas especializadas en obtener resultados más que positivos en el largo plazo que ayudan a sostener sus propios modelos de desarrollo económico. Acá tenemos un buen modelo de desarrollo económico, no se puede negar, pero cuánto tiempo se podrá seguir sosteniendo este desarrollo económico si no se ha estado haciendo absolutamente NADA por la educación.
No soy un especialista en pedagogía, ni educación; pero si tengo el atrevimiento suficiente para plasmar mis ideas con respecto a la educación. Y lo que diré arranca desde una introspección de mi experiencia escolar, de lo que veo en las nuevas generaciones, que dicho sea de paso no ha cambiado casi nada, solo han maquillado los nombres de las mismas materias de hace años. Cambia la forma, que no es de importancia, pero no cambia el fondo, que es lo que está realmente podrido.
Se critica mucho que la juventud viene perdiendo el interés por la lectura, que los profesionales de ahora leen poco, culpan a la televisión, a los videojuegos y al internet como las principales causas del poco interés por la lectura. También se critica que existe poco interés de parte de los profesionales por la investigación científica. Trato de ver un poco más allá de lo evidente, y me pregunto, que ha hecho el sistema educativo al respecto, no es acaso la principal causa, y con un altísimo grado de responsabilidad muy por encima de la televisión, la internet, etc. Que yo recuerde en mis épocas escolares siempre fuimos sesgados, ceñidos a resolver nuestras tareas en base a un solo texto por materia. Una realidad tan igual como la de ahora. Por lo pronto nunca se incentivará la lectura a través de un solo texto, y por ende mucho menos a una buena comprensión lectora.
El resultado de once años de formación escolar ceñido al uso de un texto escolar por materia es un ser humano sin capacidad de tener buen criterio, capacidad de saber discernir, de saber dudar. En resumen un capital humano poco competitivo. Es cierto que hay peruanos que destacan en ciencias, en artes a nivel mundial, pero son uno en un millón. El nivel del resto es paupérrimo. Y no basta con hacer un gran censo, basta con ver a nuestro propio alrededor y cruzar la acera.
Recién ayer el gobierno hizo algo al respecto, al ver que las grandes editoriales han venido lucrando con sus textos diseñados para ser utilizados una vez, en exigir a través de una ley que los colegios no exijan a los padres de familia la compra de textos escolares. Como dije desde un principio, hasta ahí está todo bien. Pero sin embargo esta misma ley no es capaz de obligar a los colegios a tener bibliotecas, con libros y textos de diferentes autores, de diferentes editoriales. Como siempre el actuar del Estado es sintomático y no le da, porque obviamente ellos también son producto de la paupérrima educación, la capacidad de crear la panacea que reforme nuestra educación.
Nuestra educación hace años que urge de una reforma, pero hasta ahora los trabajos hechos solo se han basado en plano laboral de los profesores y la infraestructura. Y eso no basta. Mejor dicho se ha hecho demasiado poco, y créanme que no peco de mezquino. La reforma educativa tiene que tener su punto de partida en el perfil del educando, es decir, como tiene que ser el escolar al final de su larga carrera. Que queremos de nuestros niños y jóvenes adolescentes. Cuáles son los retos del futuro para el capital humano como eje central del desarrollo social y piedra angular del sostenimiento del progreso económico.
La nueva currícula educativa debe exigir muchas horas de lectura en el colegio, y dentro de las bibliotecas de las escuelas, de manera que ningún padre de familia gaste ni un centavo en libros. El educando debe saber discernir entre distintos autores, distintas versiones y formar su propio criterio. No es acaso más provechoso que el obsoleto paporreteo.
La reforma educativa debe estar dirigida en potenciar las fortalezas (talento) de cada alumno, en vez de perder tanto tiempo en reforzar sus debilidades. La ética, las buenas costumbres, la moral y los valores cívicos tienen que ser la médula espinal del perfil del educando. De igual forma que el sentido colectivo prime sobre el individualismo autosuficiente. Que la historia no solo se resuelva en recordar fechas importantes y nombres de civilizaciones, sino que sea un ente capaz de hacer que no se vuelvan a repetir las barbaries humanas de nuestro pasado.
La educación no debe ser un instrumento que nos prepare a ser admitidos en los institutos de enseñanza superior, sino debe otorgar las herramientas eficaces para pulir nuestras aptitudes en la formación académica superior. ¿Por qué la vida del universitario tiende a ser tan complicada? Porque la base, la educación escolar, es pésima. Los colegios se conforman por saber cuántos alumnos fueron admitidos por tal o cual universidad, y con eso cumplieron su propio objetivo, pero ningún colegio se preocupa y ni le interesa saber cuántos de sus alumnos fueron parte del quinto superior de su promoción gradual, que debería ser su primordial objetivo. Es muy evidente el divorcio y la brecha entre la educación escolar y la educación superior, y esto también es consecuencia de todas las soluciones sintomáticas del Estado por más de cincuenta años.
Nadie en campaña dibujo un esbozo parecido en sus mítines el año pasado, ningún candidato; será por lo que mi planteamiento sea totalmente utópico o errático, o es que a los gobiernos no les interesa educar adecuadamente a la población. Por lo que veo, este gobierno será tan igual a los anteriores, y mientras no hagan una verdadera reforma educativa, ninguna política de inclusión social tendrá éxito, no existe herramienta certeramente tan inclusiva a nivel social, como lo es una eficaz educación.
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