viernes, 13 de enero de 2012

¿Justicia?

A estas alturas de la existencia peruana, es inconcebible ver la debacle del sistema judicial de nuestra patria. A pesar de todos los avances en derecho y leyes que protegen, valga la redundancia, los Derechos Humanos que ha evolucionado en el mundo entero, acá parece que mas bien involuciona. Existe cada caso, que obliga al común de los peruanos a no creer en el Poder Judicial, y vivir como verdaderos huérfanos de la justicia.

Las sentencias, las absoluciones, los casos archivados, los indultos, los beneficios penitenciarios y los códigos que avalan los delitos son las principales causas del deterioro social en que se vive, y por consiguiente la ingobernabilidad del Estado, la ausencia de autoridad. Será que somos tan antagónicos que pasamos de regímenes autoritarios a democracias debilitadas por la falta de autoridad, es decir, de un extremo nos pasamos al otro. No se logra situar dentro de un punto gris, ámbar que evite situarnos en los enfermizos extremos. Y las causas derivan de varios ángulos dentro de este círculo que representa a los Poderes del Estado. Las graves deficiencias del Legislativo y del Judicial concluyen en un Poder Ejecutivo que nada en una balsa de goma que se desinfla en el mar lleno de tiburones, cocodrilos, feroces felinos, víboras, serpientes y dinosaurios. Y lo peor de todo que el capitán de esta naufragante balsa de goma no sabe nadar y se reúsa siempre a usar chaleco salvavidas, a pesar que cada cinco años cambian de capitán, pero la situación siempre es la misma. Pues así como se pinta, es difícil tomar la batuta que sea capaz de dirigir esta orquesta.

Es que esta gran orquesta sinfónica tiene músicos de bandas, y la música clásica requiere de orquestas con músicos capacitados y exquisitos para entonar las difíciles obras de los grandes maestros de la música clásica, no cualquiera entra con cajón y cucharas a tocar el “La Misa en Si Menor” de Bach. Y como reza el viejo dicho: “zapatero a su zapato.” Pues dentro del mundo idealista y utópico solucionar esto bastaría con ordenar las piezas en su debida posición y con su función respectiva, como en el ajedrez.

En palabras crudas, nuestra justicia no tiene fondo para seguir cayendo y las leyes no logran respaldar a este sistema que viene pudriendo al gobierno. Esta olla de grillos que encierra inocentes y libera culpables sentenciados. Y no es culpa de la actual gestión, es una bola de nieve incrustada en el talón de los peruanos como grillete que día a día se agiganta a velocidades astrales y que terminará consumándonos como cualquier alud que arrasa a cuanto poblado se le cruza por el destino.

Es difícil hacer reflexión con casos tan dispares y distintos, pero que hacen gala de la gran injusticia en la que vivimos; la que encierra a quien en defensa propia de un hecho flagrante de delito, evitó ser víctima de unos ladrones; la que libera a quien fue partícipe de agrupaciones terroristas.

Es que en la época del presidente Toledo el Estado sucumbe ante la presión de organismos que defienden los Derechos Humanos por el caso específico de Lori Berenson alegando falta de garantías en el momento que se le sentenció. Esta cedida de brazo, por no decir metida de pata, del gobierno de aquel entonces, ocasionó que se revisaran las sentencias de todos los reos por delitos de terrorismo. A Lori Berenson se le hizo un nuevo juicio, se le adjudico una nueva sentencia, menor a la anterior, y ahora salió de prisión y se fue del país. Todo esto gracias a la presión que ejercieron los organismos defensores de los Derechos Humanos sobre el gobierno de turno. Yo me pregunto, y quién defiende los Derechos de todas las víctimas del terrorismo, quien cura el TRAUMA de los que vivieron en carne propia toda esta barbarie. ¿Quién?

Para entender el TRAUMA daré un ejemplo particular cuando cursaba mis primeros ciclos en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Piura. Era de noche y de pronto hubo un corte de energía eléctrica, y el salón se convirtió en un festín de bromas y chacota. Al restablecerse la electricidad, el profesor nos comentó que a él no le causaba gracia el apagón, dado que en épocas de terrorismo, cuando él era estudiante, cada corte de energía eléctrica uno no sabía que iba a pasar, o que hacer, si tirarse al suelo o correr. ¿Quién cura ese TRAUMA? La UNP fue escenario de dos crueles asesinatos perpetrados por presuntos terroristas a dos docentes. Y eso que Piura era zona naranja tirando para amarillo en cuanto a los estados de emergencia que el Estado declaraba en cuanto conflicto terrorista existía en esas épocas. ¿Cómo es entonces el trauma que aun viven los campesinos de la sierra central, donde la cosa estaba al rojo vivo? ¿Eso no lo defienden los organismos Pro Derechos Humanos? Lo único que no me cuesta imaginara es cómo habrá quedado el orto del gobierno después del dedito que les metieron todas estas ONG que disquen defender los derechos humanos. Por casualidad no hay una ONG que se pronuncie a favor de las víctimas del terrorismo, ya que hay una terrorista impune caminado en Estados Unidos.

Lo más grave de esto es que ahora existe un movimiento llamado Movadef, que desde estos días ya está en proceso de inscripción de lista política para los procesos electorales futuros, y que pretende borrar de la memoria de los peruanos, que desde ya es muy frágil, todos los actos delictivos realizados por los terroristas, pretenden llegar al poder por vías democráticas y liberar a cuanto terrorista les plazca. Todo lo que ha ocasionado esa metidita de dedo. Creo que lo responsables de esta torcedura de brazo deben quedar impedidos de por vida ocupar cualquier función pública, porque pedir justicia es deshacer toda esta crítica a la administración judicial que llevo escribiendo; aunque en el fondo es lo justo.

El Perú urge de reforma en sistema educativo, legislativo y en la administración de justicia; esos son los puntos neurálgicos si es que se pretende aplicar políticas inclusivas, de lo contrario todo será populismo, demagogia y más caos social. Y de un gobierno que lleve los pantalones bien puestos, para que ningún ente ajeno al gobierno (ONG) trate de bajárselos.

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