viernes, 12 de agosto de 2011

Quince días

Han pasado quince días de la asunción del cargo de Presidente de la Republica del Perú el señor Ollanta Humala, y aun se respira aire de incertidumbre en el país, quizá no tan densamente como antes del 28 de julio, pero creo que aun hay unas que otras dudas que no han sido disipadas de manera correcta y/u oportuna.

El discurso del 28 de julio y en sí la ceremonia de cambio de mando, fue muy atropellada. Muy vergonzosa. Otra vez nuestros políticos muestran al mundo su enorme carencia de nivel cultural para la investidura que representan, no sé si son parlamentarios o miembros de alguna barra brava. Y según lo visto ante la vista y paciencia de muchos, parecen cómicos de poca monta, no todos, pero sí en su mayoría. En el ring de box estaban en una esquina los que no saben ganar, y en la otra los que no saben perder; y es así como se está bipolarizando el parlamento en el primer round. Ojalá en el futuro haya el momento justo, oportuno y cercano de saber cómo será el final de esta mermelada.

Para empezar el juramento del Presidente Humala lo califico de inoportuno, como de la misma manera califico el juramento de muchos congresistas que hacen del protocolo una absurda alusión de toda la parafernalia de seres e instituciones que no vienen al caso. Cuando se realiza un juramento, se jura por aquellos preceptos por los cuales son invocados mediante el mismo protocolo, es decir, se jura por Dios y por la Patria. En resumen se invoca el juramento ante un precepto Divino, que valga la aclaración respetando siempre el orden del credo y la religión; y se invoca a la Patria. Y quiero explayarme en relación a la palabra Patria, porque un juramento a la Patria es reivindicar el deber y el compromiso con todos los seres humanos que habitan dentro de este territorio, y más aun por aquellos quienes depositaron el voto y la fe para asumir el gobierno de nuestra nación. Es condición necesaria y suficiente regirse ante el Orden Divino y la Patria, no es necesario hacer mención de personajes, lugares, instituciones, creo que la Patria resume y asume todo. Pero en un país de muy bajo nivel educativo, y por ende cultural, es difícil que los representantes políticos tengan suficiente capacidad intelectual y académica para entenderlo, y como justos pagamos por pecadores, pues este pueblo elige las autoridades que se merece. La verdad que la actitud mostrada por señor Humala el pasado 28, es muy criticable, no estuvo a la altura de un dignatario, pareciera que aun no se da cuenta que es presidente y sigue actuando como candidato; espero equivocarme, pero hacer alusión del Constitución Política del año 1979 fue un acto para provocar a un sector de la oposición, y si no fue un acto premeditado, hubiese sido de líderes e inteligentes evitar dicha mención para no provocar las reacciones que se suscitaron, porque aquello puso en tela de juicio la honra de los políticos a nuestro Perú y la bajeza cultural de muchos de los representantes.

El discurso presidencial no llega a ser del todo satisfactorio, al menos para mí. Creo que un discurso presidencial debe traducirse en cifras, dar a conocer cómo están los números actuales para fijar metas plausibles a fin de un periodo. En cristiano significa que se debió dar a conocer el PBI, las políticas monetarias, la tasa de inflación, el índice de pobreza, el nivel de educación, la balanza comercial, el déficit o superávit fiscal, el nivel de las recaudaciones tributarias, deuda externa, riesgo país, índices de criminalidad, y muchos indicadores de índole socioeconómico que hereda de su antecesor gobierno y a partir de ello fijar la visión de su gobierno en los próximos 5 años traducido en el mismo lenguaje, es decir, PBI, índice de pobreza, nivel de educación, etc. De eso se trata un discurso presidencial, creo que por respeto a todos los peruanos eso es lo que debemos esperar, un discurso que genere expectativas. El mensaje presidencial del señor Humala no fue mas que un mitin de campaña –como que se reitera la idea de que Ollanta no se da cuenta que ya no es candidato, sino el actual presidente- donde habló de los programas sociales, que en el papel son buenos, y cuando los escuché en el primer debate presidencial en primera vuelta me dejó la sensación de que en son muy buenos programas; pero en ningún momento dice cómo van a funcionar, si el estado cuenta con suficientes recursos para financiar dichos programas, habrá alguna reforma en el Presupuesto General de la República –que ningún candidato hizo mención de ello y en verdad debe haber una reforma en este rubro-, quien va a financiar los programas sociales, no se menciono nada. El colofón del mensaje en vez de generar expectativas, creó dudas.

Han pasado quince días, y vemos un presidente que prefirió alejarse de los medios de comunicación, cuando ha debido a despejar muchas dudas, no solamente las del mensaje presidencial, sino de algunos sucesos y acontecimientos de orden político que han generado muchos cuestionamientos mediáticos en los últimos días, como algunos nombramientos que han generado reacciones de diversos sectores, por mencionar. El 29 de julio el precio del gas no bajó a S/. 12.00 y lo que se ha dicho en estos últimos días es de una posible reducción de la condena de su hermano Antauro, preso por asesinar a cuatro policías. Otro presidente más que engañó vilmente a la población para ganar las elecciones, burlándose de los más pobres, a quienes les prometió mejorar su condición socioeconómica; otro presidente mas que se hace la vista gorda ante más de un escándalo que involucra a su familia y al gobierno. ¡Hasta cuando! Estos no deben ser la clase de autoridades que merecen tener todos los peruanos. Espero que el tiempo me obligue a tragarme estos últimos comentarios, pero esa es la sensación que me deja el gobierno en estos últimos quince días.

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