Toda contienda democrática en el Perú ha tenido un ingrediente en común, al menos los últimos 20 años: La “guerra sucia” o la “anti campaña”. En esta publicación haré un recordaris de cómo se ha manifestado este ingrediente; no si antes aclarar que todo lo que yo divulgue se basa en las campañas mediáticas que han venido ejerciendo los partidos políticos involucrados y la argucia de mi sentido común.
El caos político, económico y social que dejó el primer gobierno aprista en los ochentas, dio tribuna a que nuestro actual premio Nobel de Literatura Vargas Llosa inicie una campaña por cambiar el Perú. Para ello se formó una alianza tripartita entre el PPC, Acción Popular y Libertad (que era el movimiento independiente liderado por MVLL) bajo el nombre de Fredemo (Frente Democrático). Y al ser francos era la mejor opción para gobernar y reconstruir al país. Y no fue necesario ser académico, ilustre, científico para darse cuenta de ello, pues en esas épocas mi entorno y yo que promediábamos los 13 años de edad pensábamos igual. El Apra desata una guerra sucia contra el Fredemo, acusándolos de un gobierno aristocrático alejados del pueblo, satanizaron a Mario Vargas Llosa y le dieron cabida a un ingeniero totalmente desconocido que terminó siendo presidente, Alberto Fujimori. Fujimori salió de las cenizas de un incendio proselitista producto de un conflicto cuasi-bélico entre el Apra y el Fredemo.
Para 1995 y el 2000 Alberto Fujimori había comprado la mayoría de los medios de comunicación para hacer campaña proselitista en ambas elecciones difamando y desacreditando a todos sus oponentes. Esta vez fue él quien sataniza a todos los partidos políticos y el que impone la valla electoral para desaparecerlos. Esto fue más evidente en el año 2000, donde la prensa sensacionalista, que tiene mayor acogida popular, emprende una campaña de desprestigio a los demás candidatos. Inclusive medios televisivos también, como el medio estatal, se prestaron para esta guerra sucia. Hay quienes afirman, que muchos medios periodísticos y periodistas fueron víctimas de una persecución política. El resultado final fue el éxito de Fujimori reeligiéndose en dos ocasiones.
La defensa de las ideas socialistas, el populismo que sostenía el Apra, Perú Posible y el Partido Nacionalista; y la incapacidad y/o mezquindad de resguardar las raíces doctrinales de su partido por parte de Lourdes Flores, le permitieron perder las elecciones presidenciales en el 2001 y el 2006. La doctrina del PPC está basada en el socialismo cristiano, lo que a mi entender me pareció muy mezquino de parte de Lourdes no defender todos los ataques que se le dirigieron tildándola como liberalita, argumento preferido de las bases socialistas que defienden Alan García y Ollanta Humala, y el populismo de Alejandro Toledo. La ultima vez la batalla campal se traslada a los spots publicitarios que se transmitía en los medio televisivos, sobre todo las últimas semanas, donde los ataques eran mutuos entre los candidatos que tenían mejores posibilidades de ganar las elecciones.
Este año, a diferencia del 2006, la guerra sucia no tiene su escenario en las campañas publicitarias en los medios audiovisuales. Esta vez el caballito de Troya son las encuestadoras. Así es, es increíble como los resultados varían de una a otra encuestadora. Yo he participado en un sondeo on line en tres ocasiones, y las tres veces los resultados han sido totalmente distintos a lo que las encuestadoras publican. Lo que a mi particular forma de ver las cosas es difícil creer en las encuestadoras. Cada una acomoda sus resultados según convenga algún candidato, tratando así de manipular la intención de voto de los electores. De tal manera la gente dejará de votar por su candidato preferido, si este viene descendiendo en las encuestas; y por otro lado, el elector decidirá su voto para que no gane el que no le conviene.
Como se dan cuenta, en el Perú nadie decide su voto bajo el criterio de elegir al candidato que proponga un mejor plan de gobierno – como manda la lógica electoral-, porque los votos son maniatados por las guerras sucias. Lo cual me da otra razón más para seguir pensando que nuestra población electoral no debe ser obligada por un dispositivo legal que invite a ciudadanos cuyo nivel cultural no les permite tener un criterio consensuado y consciente para votar, y que son las víctimas de la anti campaña.
Amigo lector, este 10 de abril emita un voto a través de un “llamado a la conciencia”, no sea víctima de la manipulación de la intención de voto.