sábado, 14 de mayo de 2011

Incoherencias

Estamos a menos de 25 días de definir el rumbo político de nuestro país, y el escenario es tan tenso como vivir entre Israel y Palestina. Si uno analiza detalladamente, cada día los disparates están a la orden y aparecen como pan en la mesa de desayuno. Desde lejos uno puede apreciar que somos unos verdaderos apasionados de la democracia, pero dentro de este embrollo parece que solo es un circo de a medio peso.

Y esto puede tener muchas aristas. Tantas que no podría acabar de escribir, porque de seguro que conforme avance con este artículo podre ir dilucidando un nuevo ángulo, un nuevo vértice. Pero hay unas que deben ser mencionadas para tener en cuenta en que juego se halla nuestra democracia. Y respecto a la coyuntura podemos plantear las imperfecciones del sistema electoral, los ‘tole-tole’ de nuestros candidatos, y las diatribas de los que defienden la democracia.

Uno de los principales cuestionamientos que me dejan estas últimas elecciones es: ¿el sistema promueve una democracia verdaderamente representativa? Para citar un hecho concreto, el podio de las elecciones de congresistas en la región Piura estaría conformado en primer lugar por los que viciaron su voto y los que votaron en blanco (llamémosle a este grupo los ‘ámbar’). Si señores, en el conteo total de los votos emitidos los ‘ámbar’ ocupan el primer lugar con un 28,62% seguidos por el partido político que coloco mas candidatos con 20,27% (ver resultados en ONPE), lo que es válido decir que la mayoría del pueblo desconoce y/o no confía en ninguno de los 70 candaditos que postularon; y por lo tanto este grupo ‘ámbar’, que son la mayoría, pueden no estar satisfechos con la representatividad de sus candidatos o dicho de otra manera los candidatos elegidos no necesariamente representan a la voluntad de la mayoría. En el plano presidencial el ámbar se ubican en la quinta casilla por debajo del ex presidente Toledo, pero no son tomados en cuenta porque a las finales los resultados oficiales se rigen según los votos validos, es decir excluyendo a los ‘ámbar’, entonces la opinión y decisión de este grupo respetable de ciudadanos no cuenta. Y yo que juraba que éramos una democracia participativa. Entonces los partidarios de los que quedaron en los dos primeros lugares no firmen que ya no hay posibilidad de que se anulen las elecciones, porque ellos creen que los votos de Humala mas los votos de Fujimori suman 54% (votos válidos) y que por lo tanto descartan toda posibilidad de que se logren los 2/3 de votos ‘ámbar’. Yo les dejo una duda, el total de votos emitidos entre Humala y Fujimori apenas bordean el 48%, lo cual sería descabellado descartar una anulación de elecciones. Y en una nueva elección todo empieza de cero. Pero no voy hacer apología ni proselitismo del voto ‘ámbar’. Y retomando la representatividad y participación de la democracia, y entre tantas incoherencias y contradicciones, creo que el sistema electoral debe determinar mecanismos necesarios para que en realidad los procesos electorales demuestren y convaliden que sí son el verdadero clamor de la voluntad del pueblo.

Cambiando de tema, tenemos el festín de los candidatos. Y cada día que pasa reafirmo cada vez más mi idea al principio de esta segunda vuelta: Es el peor de los escenarios. Incluso peor que el año 2006. Por un lado tenemos un candidato con educación castrense que a mi parecer quiere llevar su gobierno a voz de general, es decir, imponer su voz sin importar lo que opinemos los demás -en dialecto peruano se le dice autócrata o dictador-. Por otro lado tenemos una candidata que lleva a sus hombros la cruz de su apellido paterno, otro dictador, que también incluye su sinónimo de autócrata. Y la pregunta del millón de dólares: ¿Por quién votar? Las opiniones vertidas al respectos son tan variadas como la diversidad paisajística de nuestra patria: desiertos, selva, montañas, volcanes, playas exóticas, islas guaneras (por no decir islas de mierda o islas con mierda), etc. Pues así tenemos opiniones acertadas, desacertadas, espeluznantes, satíricas, satánicas, hepáticas, rencorosas, odiosas, y para que exista un elemento en común con el conjunto paisajístico anteriormente mencionado, y con cariño para los aritméticos, con mucha mierda. Que la verdad solo hace que los votantes nos quedemos en la calle sin saber por quien elegir, si por Humala, si por Fujimori, si por el blanco, si por el nulo. Peor aun si estos candidatos no dejan las cosas bien en clara, es decir, lo lógico y fundamental en esta segunda vuelta seria convencer el 42% (un aproximado según la votación válida) de los electores para encontrar el punto de inflexión a su favor, y no confundirlos. El señor Humala se ha dedicado a diseñar planes de gobierno para cada grupo de interés de nuestro país; tiene uno en el JNE, una Hoja de Ruta, solo le falta el mapa para hallar el tesoro. Se rodea de ‘rojos’ pero habla como si fuera un ‘sky blue’, y yo no sé si es la caperucita o es el lobo. De Fujimori, ni hablar. En los debates hizo gala de una pirotecnia a lo concierto de Kiss y año nuevo Chino con el gobierno de su padre, y después sale a pedir perdón por los delitos la cual su padre cumple condena hoy; después salir declarando que su padre no fue dictador sino autócrata, es como que me digan que yo no soy gordo, sino obeso. ¡Por favor! Eso no se asemeja cuando su papá dijo en plena campaña por segunda vuelta en 1990 que su gobierno no iba a ejercer política económica de shock y lo terminó haciendo con muertos y heridos. ¡Ya pues señores! O son claros o son oscuros, o son rojos o son azules, si son lobos o caperucita, defínanse, porque en la política los peruanos no merecemos candidatos de medias tintas, necesitamos candidatos firmes con sus convicciones y coherentes en su prédica. Aunque suene utópico, pero ese debe ser el perfil de un verdadero líder. Así de confusa como está la situación, es más factible que un iletrado aprenda hablar, leer y escribir chino, árabe, hebreo, arameo y sanscrito, que entender a Ollanta, Keiko y la opinión especializada (prensa).

¿Prensa? Se supone que este sector debe ser el que calme las aguas de este rio revuelto. Veo mucho sector de la prensa que se manifiestan como defensores de la democracia. Pero, ¿Qué clase de democracia vivimos en el Perú? Según lo argumentado en anteriores artículos, no está muy bien definida la democracia en el Perú. Pero para definir esta palabra quizá requiera de otro artículo y otra oportunidad. Este sector que defiende la democracia está totalmente en contra de la candidata Keiko Fujimori, como mencioné ella carga la cruz del apellido de su padre, y esto abarca su dictadura, la violación de la libertad de prensa, crímenes de lesa humanidad, y muchas cosas más. Digamos que este sector no votará por Fujimori porque encuentran una relación parental directa muy oscura. Muchos de este sector incluso piensan votar por Humala, argumentando muchos de ellos el beneficio de la duda. ¿? Voy a arriesgarme hacer un voto de coherencia, con este sector que vincula a Keiko con los hechos nefastos de un pariente directo para quitarle el voto y dárselo a Humala. Y en ese rompecabezas, ¿Dónde encaja Antauro Humala? Porque si yo juzgo a un candidato en relación a las desgracias de algún pariente, entonces la prensa debe ser con mayor razón objetiva e imparcial con el otro candidato cuyo hermano también atentó contra la democracia y cometió crímenes de lesa humanidad. O sea ambos candidatos tienen parientes encarcelados por causas muy similares. Y las tendencias, a mi gusto, de Humala tampoco son demócratas, entonces ¿Qué clase de democracia defiende la prensa? ¿La que les garantice la libertad de prensa? Yo respeto la libertad de prensa, pero mi impresión es que este sector relaciona mucho democracia y libertad de prensa. ¿Por qué? ¿A caso temen por sus puestos laborales? Verdaderamente que mezquindad. Que diría de la democracia y la libertad aquel peruano que se despierta a las cinco de la mañana con lampa al hombro sale a labrar la tierra. O qué pensaría el peruano clase media que tras veinte años de crecimiento económico ha sabido surgir y con mucho sacrificio escribe un sitial en la sociedad; esta clase media trabajadora y pujante que es el resultado del modelo económico que nos ha llevado a estar donde ahora estamos. Así es, estas microeconomías como las de Comas, Los Olivos, esta masa popular que en muchas provincias también ha venido surgiendo (los reyes de la papa, del camote, etc.) Soy un partidario de la democracia y la libertad de opiniones, pero pienso que la critica a estos dos candidatos debe ir más allá de ello -porque ninguno garantiza vivir en democracia- y poner en tela de juicio la salvaguarda del modelo económico. Sé que el modelo liberal o capitalista, como guste llamarlo, no ha llegado a todos los sectores de la sociedad, pero es porque el modelo no es una beneficencia, y es el gobierno que tiene la obligación constitucional y moral de ejercer programas sociales que ayuden a minimizar las desigualdades en la sociedad. Y es eso lo que debemos hacer, bajo este criterio saber criticar a los candidatos y ejercer nuestra elección a conciencia.